Damián Ríos

 
 
 

Editorial Seix Barral, 2025

 
 
 

Nuestras novedades de abril

 
 
 

Una leyenda en nueve cuadros, tres intentos y una

sátira

 

224 páginas

 
 
 

El siglo XIX argentino bajo la  oscuridad y pericia de Marina Yuszczuk

 

288 páginas

 
 

Presentación de Aplausos

 

Por Leandro Ávalos Blacha

Cuando leí los relatos de Nada nos puede pasar, el primer libro de cuentos de Nicolás, sentí que era de esos libros que expandían la literatura. Que traen algo realmente nuevo. En ese caso, en particular, por la representación de distintas experiencias y la sensibilidad de una generación que aún no estaba muy contada. Además, lo hacía con una voz fresca y original.
 
Siento que esto también ocurre en Aplausos desde el primer relato, "Bailando conmigo", en el que se nos presenta la noche de la transformación de un abogado en la drag queen Angie Legrand.
 
Entre ambos libros hay una continuidad. Por los veinte relatos de Aplausos desfila una gran galería de personajes. Muchos de ellos podrían ser los de Nada nos puede pasar. Esos chicos que se criaron con las novelas de Cris Morena, Muñeca Brava o Dawson's Creek, y ahora encontramos adultos, lidiando con problemas laborales, amorosos, o de salud mental.
 
No son tiempos fáciles. En especial, para aquellos con aspiraciones artísticas. Varios relatos nos acercan a personajes que tienen trabajos convencionales, de oficina, mientras sueñan con dedicarse a la actuación, o dirigir películas, y profesionalizarse en ello. Es una lucha que tiene que ver con la identidad. "¿Qué respondo cuando me preguntan qué soy?" se interroga la protagonista de "Actriz de teatro". ¿Se puede considerar actriz o es solo una recepcionista? O el joven director, que viaja a las sierras a vaciar la casa donde vivía su abuela, mientras discute con una productora sobre el destino de su película: "Es mucha energía, es muy difícil hacer películas, siempre pienso que cada vez es más complicado, ya no soy un estudiante que junta a un grupo de amigos y filma un fin de semana".
 
Se trata de una lucha que se da en lo económico, en qué trabajo los sostiene, pero también en un camino de autodescubrimiento. Los personajes se preguntan qué son, qué quieren. De golpe, como lo percibe la actriz de "Todo nos parece poco", pueden darse cuenta de que con sus amigas y colegas son "un cliché, tomando latte con leche de almendras y brownie vegano, hablando de ensayos, castings de publicidad, cuotas de talleres y salitas para dar clases". Entonces afinan la búsqueda. Se preguntan qué los hace felices: la fama, la prensa, los premios, los seguidores de las redes; o simplemente el placer de hacer su arte y los aplausos que reciben, así sean pocos, en una pequeña sala de teatro en Floresta.  
 
Algo que me gusta mucho de la escritura de Nicolás es lo que genera con sus personajes, el modo de tratarlos, el tono con el que lo hace. Porque como en el caso de los artistas, muchos relatos trabajan con las frustraciones. Puede ser en el fracaso de las citas, en la inseguridad que alguien tiene con su cuerpo, la ansiedad, la adicción a la tecnología, o el sentirse perdidos. Tenemos personajes que la pasan mal. Pero Nicolás mezcla muy bien el drama con la comedia. En especial cuando nos muestra a los personajes que, para mejorar, recurren a terapias alternativas, a los tutoriales de Youtube, o a las salidas más inverosímiles, antes que a otras más racionales o esperadas. Tal vez porque sienten que las herramientas tradicionales ya no son efectivas en estos tiempos. En "Islandia", por ejemplo, un joven escultor, desesperado, se juega todos sus ahorros y viaja detrás de la convocatoria de un mail muy curioso, que ofrece una herencia para financiar artistas.
 
Nicolás no se burla de los personajes por esto. Ni los humilla. Ni los condena. Tampoco les soluciona los conflictos. Aún así, los cuentos de Aplausos se sienten como si tuvieran un final feliz. Y esto es por la comprensión que el autor tiene de sus personajes. Puede empatizar con sus estados más patéticos, por los que seguramente pasamos todos. Los cuentos no los salvan, pero les dan contención, una palmadita en la espalda, como para asegurarles que la vida sigue.
 
En Aplausos algunos cuentos trabajan el fantástico en relación a las redes sociales, como "Fantasmas", donde a Javier lo visitan las apariciones de perfiles de Facebook de gente muerta; o "El chico de los tutoriales", en el que se logra un contacto inesperado con un entrenador estrella de Youtube, o "El fin de la influencia", un texto que nos mete en la pesadilla de un influencer que, de un día para el otro, se despierta con el instagram de una persona común y corriente.
 
Otro de mis favoritos es "¿Qué es una pirámide?", construido con audios de Whatsapp que nos muestran el intento de una estafa piramidal. Muchos de estos relatos trabajan con los mundos del cine, la televisión, las celebridades y la cultura popular, siempre de forma original. Tenemos a una mujer que cree ser hija de Claudio García Satur. A una maestra dispuesta a dejar todo para dedicarse al periodismo de espectáculos. El relato de una participante de Gran Hermano. Y la experiencia pesadillesca de un director de cine que asiste a un festival, con un jurado formado por adolescentes, entre otros.

En mayo

La reedición de Osvaldo Lamborghini, una biografía, de Ricardo Strafacce.

Hasta el mes que viene