Entramos en abril; el otoño, con toda su majestuosidad, se instala entre nosotros. Otoñales y jóvenes, estamos a poco de cumplir quince años, quince abriles. Pasó el tiempo desde que en 2010 decidimos empezar a hacer libros porque sí, porque nos gusta, porque había y hay mucho nuevo y viejo para leer y releer. Desde ese impulso a lo que es hoy Blatt & Ríos hicimos pasos gigantes en hechura, compromiso, profesionalización y crecimos en catálogo y pasamos de ser distribuidos por otra firma, a autodistribuirnos y a tener una distribuidora propia. Estamos en toda la Argentina y en España y en México. Este va a ser un año de festejos. Festejamos este mes la salida de una autora de la casa, a quien acompañamos desde su primer libro: Marina Yuszczuk. Y también con un nuevo libro de Nicolás Teté. Además de una lectura de la última novela de Osvaldo Baigorria y las novedades de este mes, en este boletín está el texto, excelente, de Leandro Ávalos Blacha que fue leído en la presentación de Aplausos, la semana pasada. Y el año está empezando, tenemos más lecturas maravillosas para todos ustedes. Festejemos el otoño con Blatt & Ríos y nos vemos todo el tiempo en cada librería y desde finales de este mes y el que viene en la Feria del libro de Buenos Aires.
| Editorial Seix Barral, 2025 | En la última novela de Osvaldo Baigorria, Terminal 2020, está la narración de la agonía de la amada, los cuidados que requiere en la enfermedad, los estudios y tratamientos a los que se somete. Todo en el marco de la pandemia y la cuarentena provocadas por el Covid 19. Uno podría pensar que es una novela sobre la muerte, sobre la pandemia, pero preferimos pensarla en otra clave. También es una historia sobre un amor y, en todo caso, la agonía y el final imponen una manera de contarla. Hay una idea del amor al principio de la relación, otras ideas mientras la relación avanza, y otras al final. Beatriz es médica y antes del inicio de la pandemia recibe el diagnóstico de un cáncer terminal. Cuando el narrador la conoció, era una joven que se dedicaba a la Emergentología y estudiaba, para mejorar su comprensión de los pacientes y para ayudar en los tratamientos, Homeopatía. Tenía, Beatriz, una pasión por el cuidado. El narrador viene, al comienzo, de hacer viajes por el mundo, de experimentar distintos tipos de relaciones, de una ética amorosa que tiene su raíz en la revolución sexual de la década del 60 y algo de esa ética se traslada o se intenta trasladar a la naciente relación. Hay que recordar que la primera novela de Baigorria fue Llévatela, amigo, por el bien de los tres, que narra la experiencia de una pareja abierta. Beatriz y el narrador llegan a acuerdos: viviendas separadas, un cierto dejar hacer y se va viendo... En ese momento esa era una manera del amor. En el medio hay un intento de convivencia en una casa del Delta del Paraná: lo agreste, el rigor del clima, y la lucha con la naturaleza, que se expresa, por ejemplo, en crecidas del río. El primer acuerdo, tácito o no, de la relación va mutando: una pareja, un amor, es algo que cambia de forma cuando permanece en el tiempo y no deja de ser amor, un amor. Se suceden viajes, cambios de domicilio, frustraciones. Lentamente el acuerdo amoroso va cambiando. Hay, incluso, un casamiento no convencional. Entre las experiencias de Mia Farrow y Woody Allen o de Simone de Beauvoir y Sartre que ella alega como ejemplos de parejas no tradicionales que no funcionaron, y la respuesta de que las parejas tradicionales también se separan con la que replica el narrador, hay un acuerdo amoroso por el cuidado mutuo. Llegan a la convivencia bajo el mismo techo. Ella lo cuida, con sus saberes, varias veces a él. El narrador da cuenta de esos cuidados y de los cuidados a otros y la admira, y admira y ama la manera en que Beatriz ejerce una suerte de magisterio del cuidar, del proteger, del calmar el dolor. Él aprende a cuidarla en la enfermedad y aprende rápido. El narrador es escritor y se refugia en los libros, en autores, buscando citas de autoridad para entender o sobrellevar lo que le pasa a la pareja en la situación extrema de la enfermedad y la agonía y el aislamiento. El pacto amoroso llega hasta el límite de los cuidados paliativos, acompañando a la amada hasta la muerte en el medio de una pandemia que asola al mundo. Hay una escena en la que el narrador y la ex pareja de Beatriz, en una visita, se dedican a higienizarla: es la escena de amor más queer que se haya escrito en mucho tiempo ¿Eso era el amor? ¿Cómo se ama un cuerpo deseado castigado furiosamente por el cáncer? El amor cambia de forma y cambia a los amantes, los hace distintos, los moldea, los acomoda y los hace hacer, parece decir la novela. Conmovedora como pocas, Terminal 2020 responde que el cuidado también es el amor, y que se da a lo largo del tiempo, que el acompañar hasta el final también es el amor o al menos una forma del amor, sin dudas la más dura, acaso la más bella. | Nuestras novedades de abril | Una leyenda en nueve cuadros, tres intentos y una sátira 224 páginas | Misiones es el último libro de Iosi Havilio. Libro, así de neutra la palabra, por la dificultad para catalogar esta obra: es una novela, sí; que también contiene una obra de teatro ─si es que esa es la relación de inclusión─, y un incipit latino, y nueve cuadros que acompañan nueve instancias de un mito regional. A través de ellos se sugiere un trayecto narrativo que lleva del siglo XVI al siglo XXI, para volver, en el final, al principio. El territorio misionero es el eje espacial que conecta estos tiempos, una anacronía que surge de la yuxtaposición de lenguas y materias narrativas que tienen por objeto a Quispe, “la menor de las hijas bastardas del Inca Atahualpa, futura princesa en las sombras, una niña díscola y rebelde, caliente y menuda”. Su presencia, su cuerpo y finalmente sus sagrados despojos atraviesan los siglos y, proyectando sobre los personajes el mismo candor y deseo con el que se funda su leyenda, los conecta. En tándem con Opendoor y Paraísos, Misiones consagra la técnica de Iosi y cierra la trilogía con una destreza y plasticidad únicas. Leé las primeras páginas: https://drive.google.com/file/d/17WZrPjly6FJJrnkyUkb_uAE2lD2kaeZD/view | El siglo XIX argentino bajo la oscuridad y pericia de Marina Yuszczuk 288 páginas | Virginia Venecia Moreno, en Historia natural, es la hija del perito Moreno y es una chica gótica. Tiene doce años y empieza a vivir en lo que va siendo el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, que también es su casa, y que dirige su padre con el que tiene una relación distante, a pesar del deseo de ella. Todo cambia cuando al catálogo del museo se le suman indígenas que su padre trae del sur para exponerlos. La chica gótica se encuentra a sus anchas en ese contexto y la novedad de los indígenas será el pretexto para experimentar nuevas y terribles relaciones. Gran novela de Marina Yuszczuk, nuestro séptimo libro de ella en Blatt & Ríos. Leé las primeras páginas: https://drive.google.com/file/d/1jHzsQKvpcnXMTw6oUo-AsiLRCIzJ6eBH/view?usp=sharing | Por Leandro Ávalos Blacha | Cuando leí los relatos de Nada nos puede pasar, el primer libro de cuentos de Nicolás, sentí que era de esos libros que expandían la literatura. Que traen algo realmente nuevo. En ese caso, en particular, por la representación de distintas experiencias y la sensibilidad de una generación que aún no estaba muy contada. Además, lo hacía con una voz fresca y original. Siento que esto también ocurre en Aplausos desde el primer relato, "Bailando conmigo", en el que se nos presenta la noche de la transformación de un abogado en la drag queen Angie Legrand. Entre ambos libros hay una continuidad. Por los veinte relatos de Aplausos desfila una gran galería de personajes. Muchos de ellos podrían ser los de Nada nos puede pasar. Esos chicos que se criaron con las novelas de Cris Morena, Muñeca Brava o Dawson's Creek, y ahora encontramos adultos, lidiando con problemas laborales, amorosos, o de salud mental. No son tiempos fáciles. En especial, para aquellos con aspiraciones artísticas. Varios relatos nos acercan a personajes que tienen trabajos convencionales, de oficina, mientras sueñan con dedicarse a la actuación, o dirigir películas, y profesionalizarse en ello. Es una lucha que tiene que ver con la identidad. "¿Qué respondo cuando me preguntan qué soy?" se interroga la protagonista de "Actriz de teatro". ¿Se puede considerar actriz o es solo una recepcionista? O el joven director, que viaja a las sierras a vaciar la casa donde vivía su abuela, mientras discute con una productora sobre el destino de su película: "Es mucha energía, es muy difícil hacer películas, siempre pienso que cada vez es más complicado, ya no soy un estudiante que junta a un grupo de amigos y filma un fin de semana". Se trata de una lucha que se da en lo económico, en qué trabajo los sostiene, pero también en un camino de autodescubrimiento. Los personajes se preguntan qué son, qué quieren. De golpe, como lo percibe la actriz de "Todo nos parece poco", pueden darse cuenta de que con sus amigas y colegas son "un cliché, tomando latte con leche de almendras y brownie vegano, hablando de ensayos, castings de publicidad, cuotas de talleres y salitas para dar clases". Entonces afinan la búsqueda. Se preguntan qué los hace felices: la fama, la prensa, los premios, los seguidores de las redes; o simplemente el placer de hacer su arte y los aplausos que reciben, así sean pocos, en una pequeña sala de teatro en Floresta. Algo que me gusta mucho de la escritura de Nicolás es lo que genera con sus personajes, el modo de tratarlos, el tono con el que lo hace. Porque como en el caso de los artistas, muchos relatos trabajan con las frustraciones. Puede ser en el fracaso de las citas, en la inseguridad que alguien tiene con su cuerpo, la ansiedad, la adicción a la tecnología, o el sentirse perdidos. Tenemos personajes que la pasan mal. Pero Nicolás mezcla muy bien el drama con la comedia. En especial cuando nos muestra a los personajes que, para mejorar, recurren a terapias alternativas, a los tutoriales de Youtube, o a las salidas más inverosímiles, antes que a otras más racionales o esperadas. Tal vez porque sienten que las herramientas tradicionales ya no son efectivas en estos tiempos. En "Islandia", por ejemplo, un joven escultor, desesperado, se juega todos sus ahorros y viaja detrás de la convocatoria de un mail muy curioso, que ofrece una herencia para financiar artistas. Nicolás no se burla de los personajes por esto. Ni los humilla. Ni los condena. Tampoco les soluciona los conflictos. Aún así, los cuentos de Aplausos se sienten como si tuvieran un final feliz. Y esto es por la comprensión que el autor tiene de sus personajes. Puede empatizar con sus estados más patéticos, por los que seguramente pasamos todos. Los cuentos no los salvan, pero les dan contención, una palmadita en la espalda, como para asegurarles que la vida sigue. En Aplausos algunos cuentos trabajan el fantástico en relación a las redes sociales, como "Fantasmas", donde a Javier lo visitan las apariciones de perfiles de Facebook de gente muerta; o "El chico de los tutoriales", en el que se logra un contacto inesperado con un entrenador estrella de Youtube, o "El fin de la influencia", un texto que nos mete en la pesadilla de un influencer que, de un día para el otro, se despierta con el instagram de una persona común y corriente. Otro de mis favoritos es "¿Qué es una pirámide?", construido con audios de Whatsapp que nos muestran el intento de una estafa piramidal. Muchos de estos relatos trabajan con los mundos del cine, la televisión, las celebridades y la cultura popular, siempre de forma original. Tenemos a una mujer que cree ser hija de Claudio García Satur. A una maestra dispuesta a dejar todo para dedicarse al periodismo de espectáculos. El relato de una participante de Gran Hermano. Y la experiencia pesadillesca de un director de cine que asiste a un festival, con un jurado formado por adolescentes, entre otros. | La reedición de Osvaldo Lamborghini, una biografía, de Ricardo Strafacce. | |